El primer sábado de diciembre, a la sazón el primer día del mes, nos desplazamos hasta la Plana Alta, en concreto hasta la localidad de Coves de Vinromà para llenar el escenario del centro social de la localidad de ambiente de sainete. En concreto representamos «El tío Cavila», obra de éxito seguro gracias a un libreto muy sólido en el que los personajes se presentan muy definidos y, a medida que se suceden las representaciones, con mayor carácter y personalidad.
La historia de dos ambientes (el valenciano y el aragonés) y dos familias bien diferentes caló en el público que, desde el primer momento, se enganchó a la trama. Juanan creó una vez más un «tío cavilós» impagable y Vicent -su primo hermano- el contrapunto ideal a su mundo lleno de manías y miedos. Alrededor de estos dos personajes principales un ramillete de personajes y actores que defendieron con oficio y en esta ocasión con más carácter que en otras ocasiones, los convidados a tal peripecia argumental.
Como primera curiosidad el hecho de estar el salón de actos en un primer piso (nota negativa) pero de tal manera concebido que no hubo que subir paneles para forrarlo y conseguir el efecto pretendido (nota positiva). Un generoso patio de butacas y una sonoridad perfecta ayudaron a que la experiencia teatral fuera un éxito.
Como segunda curiosidad el hecho de haber vivido, en la parte de detrás del escenario la experiencia de la «mayor concentración de actores por metro cuadrado de la historia de El Cresol». No había escapatoria ni desahogo alguno y los catorce actores que allí teníamos que movernos lo conseguimos mediante turnos de paso y auténticas maravillas para ello. ¡Imposible no acordarse del Tetris y sus encajes imposibles!
Frío en el exterior y calor humano y arte en el interior para finalizar un año artístico 2018 y encarar el próximo.
Visca EL CRESOL
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