El último sábado del mes de julio EL CRESOL se desplazó hasta la localidad de Nules donde, en unas instalaciones muy cuidadas y bien pensadas para el divertimento estival, representamos con lleno total el divertido sainete «Deixa’m la dona Pepet». El viaje, muy al contrario que el anterior, fue plácido por la distancia y la ausencia de curvas en la orografía, pero se volvió a demostrar una vez más que aquellas indicaciones del «está fácil… no tiene pérdida… tú todo recto…» sólo funcionan en un doble caso (que además ha de ser acumulativo): que seas del terreno y ¡que hayas ido más veces!. Es la única manera de obviar la deficiencia endémica e histórica de señalizaciones en este país mediterráneo que entiende que en una rotonda de tres o cuatro salidas posibles vas a saber cuál es la correcta sin la más mínima paleta informativa. ¡Olé tú si lo aciertas!. (Gracias en cualquier caso, MªCarmen, con cariño…).

Las intalaciones de l’Estany (bonito paraje a descubrir en otro momento más relajado) se llenaron de un público AGRADECIDO y ENTENDIDO en el que hasta los más pequeños guardaron compostura y silencio. Y es que, además de estas innegables cualidades del respetable, el divertido sainete fue interpretado con especial interiorización de los personajes y logró captar la atención del público asistente desde el primer minuto siendo capaces (desde bambalinas se podía oir) de anticipar las acciones que iban a tener lugar como consecuencia del embrollo de la obra. ¡Un lujo!. Esta situación de «meterse en el personaje» tiene no obstante su contrapartida para el actor pues realmente en ocasiones resulta muy difícil seguir abstraído de la propia personalidad y ser el personaje y, por ende ¡evitar la sonrisa o risa que la situación te está produciendo por dentro!. Especial mención merece la versión 2.0 que José Luis ha conseguido del personaje engañado que, con su valenciano con acento argentino ¡lo pone complicado al resto de actores a la hora de mantener la compostura! y resulta diferenciador y realmente cómico, y le da el punto que acaba por rematar el buen conjunto.

La agradable cena en un restaurante junto a la mar de Nules a horas ya casi de medio-desayuno (valga la exageración y el agradecimiento al restaurante por acceder a ello) fue la conclusión de otra jornada lúdico-creativa para el recuerdo.

VIXCA EL CRESOL!.

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