En plena Sierra Espadán encontramos esta población-destino de nuestra representación en un entorno tan paradisíaco como endiabladamente complejo de acceder: una carretera re-revirada nos hizo de anfitriona tanto si llegábamos desde Segorbe (la mayoría) como desde Ayódar (el resto). En cualquier caso y anécdotas aparte -que luego desvelaré- allí estuvimos puntuales para empezar a las 19.30h en la plaza de la Iglesia que, hay que decirlo, es un ensanche que aparece enmedio de la calle / vía principal / carretera que atraviesa la dicha población de encantadores veraneantes.
Con un programa en castellano compuesto por «Farsa y Justicia del Corregidor» y «Confusión General en la clínica dental» arrancamos en un ambiente poco propicio: un par de filas del siempre agradecido y atento público infantil seguidas de la nada (no había más filas de sillas o similar) y un centenar de personas allá, a no menos de 15 metros la más cercana y a más de 100 la más lejana… diseminados en la citada calle a las puertas del único bar, o de terrazas y casas particulares. Tal cosa la pudo comprobar y transmitir a los actores/actrices Julio, el presentador, que se propuso y consiguió a base de información e instrucciones «a grito pelado» poner en situación a los pavienses.
Y si tal entrada no prometía nada, totalmente diferente fue el final, con un alto porcentaje de público entregado (que llegó a montar un buen número de filas de asientos) que estuvo atento durante la hora de representación. En ella los habituales de «Farsa…» (Vicent, Jose, Fernando, Ximo, Daniel y Julio) recrearon al extremo sus personajes dotándoles de vida propia y Dani, en su estreno, cumplió más que sobradamente hasta el punto de suscitar comentarios en la chiquillería ante sus movimientos escénicos. ¡Bien, Dani! Y en la «Confusión…» igualmente los habituales (Vicent, Juanan y Julio junto a la «repetidora» Gema) se recrearon en sus papeles y mención especial merece Alicia quien, estrenándose en la obra y aún más, en el género cómico del sainete, tuvo un papel decisivo el cual gestionó con brillantez. ¡Bien, Alicia!
Para la anécdota el exceso de confianza de la piloto/conductora Gema en la necesidad de combustible de su vehículo quien se mostró más sediento de la cuenta e hizo que, por esas carreteras de Dios, tuvieran que recular para buscar alimento en una gasolinera no cercana… Y no sabemos qué tipo de combustible tragó el «animalito» (o el mareo que llevaría nuestra compañera) que, una vez en Pavías, en un exceso de celo en la conducción se tragó una pata de la estructura de luces que provocó un desprendimiento de la misma que casi nos deja sin cazador en la «Farsa…» (Siempre nos podrías haber servido en un futuro de ‘niño césped’, Daniel, papel agradecido y de poco texto)
Para acabar, una cena bien servida junto al escenario, bien condimentada a la luz de la luna y una conversación de lo más amena pusieron punto final a otra noche para el recuerdo. (Ximo, qué bones les creilles, eh?)
VISCA EL CRESOL
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