Última actuación del verano la que nos llevó a esta bella (y alejada de nuestra «sede») población de la comarca de Els Ports de Morella. Tierra con escenarios protagonistas en tiempos de la guerra civil española, por fortuna sólo un recuerdo, en la que sí nos encontramos con un guerrero implacable, ¡¡el sol!! que con temperaturas cercanas a los 40º nos recibió con un «cariño» desmesurado que dejó en evidencia a los más previsores del grupo que, alertados por la proximidad a Morella y la posible bajada de temperaturas del atardecer, echaron «una rebequita» al maletero del coche. ¡¡¡¡Ilusos!!!!. Ese calor no derretía las piedras: ¡las evaporaba!.
Más allá de esa anécdota nos encontramos con un público amable y puntual (a partes iguales) que rió y agradeció una nueva puesta en escena de «Deixa’m la dona Pepet» que en esta ocasión contaba con el debut en el papel de Daniel, Víctor y Julio quienes, nervios del estreno de papel aparte, cumplieron con solvencia dando a entender que la configuración del plantel actual puede tener larga vida. Los sostenidos aplausos del final y algunos detalles puntuales así nos lo hicieron ver.
Contentos y deshidratatados desmontamos el escenario y en aquella localidad cenamos en buena sintonía y compañía en un bar cuyos propietarios nos hicieron más agradable si cabe el momento relax que, además, resultaba ser «la última cena (teatral)» del verano. Tan sólo la distancia en tiempo hasta nuestro lugar de origen nos hizo levantar una agradable sesión de un día largo pero enriquecedor.
Ya en Castellón asistimos al último momento simbólico: en pleno momento de descarga del atrezzo la luz se empecinó en dejar de funcionar (dejándonos en la más negra oscuridad sólos con la ya bien entrada noche) en una clara alegoría a ese fin de temporada que ha estado, desde el mes de mayo, cuajado de vivencias teatrales en forma de representaciones.
En breve asistiremos a la reunión de fin de temporada y comienzo de nuevo ciclo. La planificación del futuro empieza ya. Orgullosos y agradecidos sólo nos queda abundar en nuestra arenga de despedida, VISCA EL CRESOL.
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