«Per Xert passa despert» es el popular eslogan que caracteriza al municipio del Baix Maestrat donde tuvimos el honor de actuar por primera vez en la historia del grup de teatre EL CRESOL. Y a fe que lo hicimos: estar despiertos y mantener despiertos a una generosa concurrencia dentro de los días dedicados a la «Semana Cultural» en las que, junto al cine, conciertos y competiciones deportivas (sano divertimento ¡cómo se agradece que sea así y superemos «otros» menos edificantes!) el teatro cumplió su papel de trasladar la cultura popular de manera lúdica a la concurrencia.

El día prometía pues la obra programada, «Deixa’m la dona Pepet» es un sainete cinco estrellas: tan enrevesado en su trama como divertido en su puesta en escena. Y más teniendo en cuenta que iba a ser grabado con una estupenda cámara que ese día estrenábamos (aunque, como buenos mediterráneos, dejamos para última o ultimísima hora aquello tan poco divertido como es lo de la lectura de instrucciones de funcionamiento, ¿verdad Roberto y Pep? Cha, que encara no la ficarem en marxa i, amb el cap catxo, cap a casa sense estrenar!!!). Finalmente todo salió perfecto, cómo no.

Pero ahí no acababan las novedades: por primera vez en la historia del grupo se actuó en un escenario con una columna que, para más inri, ¡era de dimensiones considerables, estaba enmedio del escenario y lo más adelante posible! (el origen del asunto fue que, ante la alternativa de actuar en un escenario de dimensiones mínimas optamos por ello). Llámelo usted reto… llámelo usted inconsciencia… ¡pero es lo que hubo! y salimos más que airosos del paso y la verdad es que, una vez más, el imaginativo equipo de montaje merece ser reseñado en estas líneas: las puertas cambiaron de ubicación, el fondo fue el que era, el de la Asociación de Jubilados local, y…¡más de una carrera se dieron los actores rodeando la manzana para aparecer por el lado correcto pues no había conexión por el fondo del escenario! Teatro y deporte, buena combinación.

En cuanto a la representación en sí gozó del beneplácito del auditorio que rió con ganas las gracias de este enredo que fue defendido con oficio por un elenco de autores que, salvo las incorporaciones de Tamara y Fran (¡enhorabuena compañeros, bautismo con nota sobresaliente!) era el «oficial». Eso sí, la puesta en escena fue un poco «estilo saltamontes», haciendo un poquito añicos el guión, pero finalmente logramos llevar a puerto la nave.

Para acabar la reseña comentar que empieza a expandirse en El Cresol el «efecto jubilado» pues ya no sólo es nuestro querido Juanan el que ha bajado la guardia en temas de memorización al pasar a mejor vida (bienvenido al concurrido club, Juanan) sino que también el eficaz e infalible Pepe nos brindó una «escenita final» a la hora de llevar las cosas a descargar al almacén pues, a las 2 de la madrugada y noche más que cerrada, fue incapaz de localizar las llaves de la verja que nunca antes había perdido (camión cargado hasta los topes, tres coches esperando noticias, otro coche de algún vecino detrás esperando en cola) hasta el punto de tener que utilizar «artes» de intruso de viviendas para entrar a nuestro destino (¡¡¿¡por qué no tenía en ese momento la cámara a mano!!??). Y el inquilino de la casa-almacén -hombre que nos consta que sabría poner en su sitio a quien osara introducirse de extranjis como lo hizo Pepe- a punto de responder a esa intrusión, ¡¡menuda la que podíamos haber armado!!.

En definitiva, una actuación para recordar plagada de anécdotas. El teatro: la vida. La vida : el teatro. ¡Deixa’m la dona Pepet…però enrecordat de les claus, Pepe!

Hasta la próxima, amable lector!

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